“Ágora”: comentario de cine.

Ha sido una de las grandes discusiones en la historia de la humanidad, y Alejandro Amenábar (“Tesis”, “Los otros”) la pone de manifiesto con brutal crudeza: ciencia y religión son protagonista y antagonista respectivamente en este filme, interesante y ambicioso en su trama.

Hypatia (Rachel Weisz) es una filósofa (que existió en la realidad) que se dedica a hacer clases en la época en que Egipto era parte del imperio Romano, en el siglo IV DC. Ella es testigo de cómo el imperio vive una enorme revolución, al reconocer al cristianismo como la religión oficial, decisión que como todos sabemos el emperador Constantino no tomó por fe, sino más bien por conveniencia política.   

Hypatia es respetuosa de las creencias de los demás, siendo atea, pero debe afrontar la brutalidad con la que los primeros cristianos imponen sus criterios y creencias, y debe ver con impotencia como estos destruyen la famosa Biblioteca de Alejandría, el gran bastión del conocimiento occidental en aquella época.

En el filme, los personajes no son los protagonistas; Hypatia no está mayormente interesada en los conflictos políticos que están ocurriendo, o al menos no tanto como resolver los dilemas científicos que la embargan. Sin embargo, la lucha religiosa que ocurre a su alrededor, que finalmente es una lucha por hacerse del poder político la convertirá, muy a su pesar, en la gran defensora de la libertad de pensamiento y de las ciencias.

De esta forma, Amenábar pone  a Hypatia, representante del mundo científico, como una víctima de la irracionalidad de la religión, y de los horrores que se cometen en su nombre. Si bien la historia nos cuenta que eso sucedió más o menos así, el realizador no da ningún espacio en su tesis para que los representantes del mundo cristiano no sean absolutamente los “malos de la película”, por lo que un espectador poco reflexivo se queda sin argumentos y entenderá que la religión es una brutalidad y un mal para el hombre, cuando el problema es finalmente las malas interpretaciones o el abuso que han hecho muchos de la religión para lograr sus fines.

Tampoco es menor el contexto actual en el que aparece la película, justo cuando la Iglesia católica está envuelta en una trama de auto desprestigio, y que esta película se encarga de acentuar aún más: el mensaje final es que la religión es mala para el hombre y lo ha sido así desde siempre.

Más allá de esta interpretación un poco sesgada  y limitada (a mi manera de ver) del realizador chileno-español, lo cierto es que el filme está muy bien construido, la actuación de Weisz es,  como siempre notable, y no deja de ser importante que se haya escogido como rol protagónico a una mujer, en una época donde las mujeres tenían un sitial secundario dentro de la sociedad. En ese sentido el filme es muy contemporáneo, y además intenta hacer justicia con la figura de esta gran pensadora de la antigüedad, de la cual si bien no hay escritos, se sabe por testimonios de sus alumnos que fue una adelantada a su época y una extraordinaria astrónoma. Una muy buena película, que hay que ver sin prejuicios y con altura de miras.

Por Juan Carlos Berner.

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1 Comment

  • Me encantó la película chicos, muchas gracias por la invitación.

    Juan Carlos, tu reseña es bien completa pero me queda la sensación de “alegar” en contra de tu comentario del sesgo religioso…Para mí sólo hay una religión, un solo Dios y él esta en todos lados…

    Punto aparte, me encantó el personaje…Algo de reconocimiento a las mujeres transgesoras de la época que sea…

    Saludos chicos,

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