Crítica a “Years and Years”: Nuevos monstruos para un nuevo terror

 Crítica a “Years and Years”: Nuevos monstruos para un nuevo terror

En una época de efectos digitales, youtubers y memes, las nuevas generaciones han perdido la capacidad para sorprenderse o asustarse. Muéstrales una película con Frankenstein, Freddy Krueger o Los Pájaros del tío Hitchcock y se partirán de la risa, o ni se inmutarán, en el peor de los casos. La globalización les ha mostrado monstruos, psicópatas y catástrofes mucho más impactantes. entonces ¿Cómo asustar a un millenial? ¿Qué clase de miedos podemos explotar, ahora que los vampiros y los hombres lobos son material de comedia y el Joker solo sirve para hacer memes? Pues explotemos los miedos contemporáneos: catástrofes económicas, el avance de la derecha, malos políticos, sobrepoblación, inmigración descontrolada, invisibilización de minorías, transhumanismo, apatía, crisis ecológicas, métalo todo a la juguera y tienes “Years and Years”, la nueva miniserie de HBO, creada por Rusell T. Davies (“Doctor Who”, “Queer as Folk”).

En esa misma línea de meter todo a la juguera es que en la galería de personajes tienes absolutamente todos los grupos para que los televidentes se sientan representados: gente de color, inmigrantes, gays, lesbianas, trans, niños, viejos, transhumanos, y una discapacitada (Ay, perdón, personas con discapacidad. Espero no ser funado). Ah, cierto, y un par de blanquitos heterosexuales burgueses privilegiados que había que poner, porque la cosa va de diversidad, por si no se han dado cuenta. Aunque por supuesto, no había nadie de clase media o baja, porque vamos, que estamos haciendo una serie sobre personas cuyos problemas importen, caramba.

Ambientada entre 2020 y 2030, la serie sustituye a “Black Mirror”, de capa bastante caída en su última temporada, respecto a hacernos preguntas sobre en qué dirección va nuestra sociedad y los adelantos tecnológicos, pero poniendo el acento en esa incertidumbre que nos atormenta a veces, en la que el sueño de un futuro maravilloso tipo Supersónicos cada vez más es una ficción, y nuestras pesadillas se asemejan más a “Mad Max” pero sin autos cool.

En medio de todo este caos y gracias a la estupidez de internet gana fama Viviane Rook, una política que está lejos de tener las aptitudes, pero con ayuda del manejo comunicacional, las falacias ad populum como el peligro que corren los niños, y la victimización por ser mujer, gana adeptos, principalmente una masa acrítica fácil de encandilar. La familia Lyons está compuesta de todos los grupos sociales imaginables que ya mencioné, salvo la clase desposeída, como también ya mencioné. No es que sean multimillonarios tampoco, y también son afectados por las crisis económicas, pero ninguno acaba en la calle. Sus miembros van desde banqueros burgueses hasta activistas hippies, y es en toda esa diversidad en la que se desarrollarán los conflictos, principalmente por diferencia de opiniones, miedo, inseguridades e incertidumbres. Sin embargo, son todos pertenecientes al grupo que podríamos llamar “progres”.

Es una serie que deja más preguntas que respuestas, como debería pasar con la ciencia ficción, y eso es algo que Rusell T. Davies sabe hacer más que bien, si tiene años de circo el cabro. Incluso se nos aclara desde un principio que lo que en el pasado podría ser considerado un problema o motivo para un argumento, ya no lo es, como el hecho de que algunos miembros de la familia sean gays o trans. No, ahora sustituimos esos problemas por otros, como el hecho de que la hija de uno de los cuatro hermanos se sienta transhumano, es decir, desea reemplazar su cuerpo biológico por partes mecánicas y descargarse en la nube (Ya saben, problemas del primer mundo).

Sin embargo, está lejos de ser una serie perfecta, y por ese motivo es que voy a tomarme un tiempo para un par de críticas ¿Están listos? ¡Ahí voy!

En primer lugar, el efecto juguera que ya mencioné. En seis episodios son demasiados los temas a desarrollar, y es evidente que algunos acaban ganando más protagonismo, como el de la inmigración. Otros son solamente sugeridos, como la niña transhumana, pero termina convirtiéndose en un elemento conveniente para la trama, es decir pasa a ser el hacker del grupo, algo así como Oráculo de DC comics. Es verdad que alargar la historia a ocho temporadas de trece capítulos habría sido vomitivo, pero cuando quieres ahondar en los miedos de la sociedad moderna, no puedes conformarte con un pincelazo. Se mencionan cosas como las fake news o el terraplanismo, pero al tratarse de problemáticas que están ocurriendo en la actualidad, pues o la abordas como corresponde o derechamente ni lo menciones. Por ejemplo, algunas especies ya han desaparecido en el universo de “Years and Years”, pero ¿Cómo afecta realmente a los personajes? Hizo falta una prueba real de cómo eso afecta al nuevo mundo en el que todos se desenvuelven. Da la impresión de que si vives en Europa, todo eso va a pasar desapercibido.

Los villanos también carecen de desarrollo, al menos el que me habría gustado. Viviane Rook se muestra como un payaso de redes sociales que le dice a la gente lo que quiere oír, y eso está bien, aunque da la sensación de que es otro peón más en el complejo ajedrez que juegan los verdaderamente poderosos. El empresario inescrupuloso y pelotudo resulta ser solo un estereotipo bastante plano, es imposible no odiarlo, y claro, un personaje así acaba desviando el odio que uno debería repartir entre todos los restantes.

Y finalmente, la gran catástrofe que parece inminente en toda la serie, no se concreta nunca: el desastre nuclear ocurre en China, muy lejos de Inglaterra, la crisis económica afecta a la familia Lyons pero no tanto como a otras clases sociales que a mí me habría gustado ver, y bueno, los demás desastres sin, finalmente, asimilados por todos. Pero quizá eso es lo que traba a de decirnos la historia: que el verdadero triunfo del capitalismo es que nos ha precipitado a una crisis llevadera, aguantable, no el apocalipsis terrorífico que la izquierda lleva siglos vaticinando y que aún no se cumple. Y que su poder estriba precisamente en eso, en que hemos desarrollado tolerancia a problemas mundiales que no nos estallan en la cara, sino que se nos cuelan a cuenta gotas para que nos vayamos acostumbrando. Y por ese motivo, los Lyons nunca son víctimas directas de los desastres ecológicos y económicos que ocurren muy lejos de donde viven, y solo sufren embates secundarios y efectos colaterales que son capaces de resistir por lo bien parados que se encuentran. Y para que nos enteremos de que los ricos también lloran.

Hubiese sido muy interesante mostrar no solo la perspectiva de una familia inglesa de clase media alta, sino de otra parte del mundo y cómo sufre los cambios sociales y ambientales del 20130. Por ejemplo, en Latinoamérica, más específicamente Chile. El protagonista podría ser alguien cercano, como usted o como yo. Pongámosle que es yo. Un guapo y modesto crítico de Cinetvymas que debe afrontar los sinsabores de la vida moderna, luchas a diario para ganarse el sustento, en su camino conoce a una pelirroja bellísima que se enamora perdidamente de él, luego se hace amigo de un pastel parlanchín…Imagínense, las posibilidades narrativas son infinitas.

Pero obviando sus fallas que en realidad son imperfecciones, “Years and Years” es una serie que no pudo salir en mejor momento. Porque apela a los nuevos monstruos, los terrores modernos que nos atormentan más que los fantasmas de antaño. Justo ahora que nos cuestionamos a las instituciones y los líderes, que ya no tenemos certeza sobre el futuro, cuando en solo cinco años pueden tener lugar cambios gigantescos, es cuando nos hacemos más preguntas. Y eso es lo que esta historia hace. Preguntas. Si lo que quiere es respuestas, vaya a buscar en otra serie. Anda a molestar a otro lado con tus certezas, no te queremos aquí.

Por Felipe Tapia, el crítico que no tiene un cerebrito, sino un cerebruto

Cine

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