Crítica de cine: “El último cazador de brujas”

 Crítica de cine: “El último cazador de brujas”

Hace 800 años, Kaulder (Vin Diesel) junto a un grupo llamado El hacha y la cruz, se enfrentaba por fin con la reina bruja, la líder y más malvada de todas las hechiceras. En el momento definitivo, cuando Kaulder está a punto de matarla, ella lo maldice condenándolo a vivir para siempre. Luego de eso llegamos al tiempo presente y vemos como Kaulder ha seguido con su lucha contra las brujas, apoyado por el mismo grupo milenario. Su compañero es el Dolan 36 (Michael Caine), quien ya está a punto de retirarse de su trabajo y es además el único amigo del cazador. El hacha y la cruz asigna entonces un reemplazante, el Dolan número 37 (Elijah Wood), pero en ese momento el Dolan anterior es asesinado. Así, Kaulder tendrá que descubrir junto a su nuevo compañero quien mató a su viejo amigo.

Los primeros minutos de esta película prometen bastante; una premisa interesante, un protagonista carismático y grandes actores. Sin embargo al ir pasando los minutos, nos encontramos con una película demasiado obvia. A pesar del carácter de Vin Diesel, que le permite caer bien pese su aspecto rudo y aparentemente indolente, la película cae en todos los clichés del género, y hace que cada escena tenga un desenlace previsible. Incluso habrá quienes recuerden elementos vistos en cintas como “Constantine” o “Van Helsing”, ya que además de su inexperto compañero, pronto Kaulder tendrá como aliada a una bella y valiente chica. Los tres se sumergirán en  un mundo lleno de espíritus y monstruos, del cual nuestro héroe zafará gracias a su experiencia y tenacidad.

Bajo esta lógica, la película no es un gran aporte a la cinematografía, salvo tal vez las escenas de lucha en la que participa el calvo actor, que efectivamente están muy bien logradas. Tampoco los villanos de turno son temibles, a pesar de ser monstruos y brujos poderosos. Esto ocurre porque es el héroe el personaje más fuerte, lo cual le quita parte de la mística a la película, pues siempre sabemos quién va a ganar y hace más difícil empatizar con él; desde la comodidad de nuestro asiento generalmente nos identificamos con un protagonista que no tiene como vencer pero que al final se las arregla para cumplir su objetivo. Kaulder no es el caso, e incluso él mismo en un diálogo lo revela, al indicar que no le teme a nada. Por ahí la película esboza algunos de sus demonios internos, tratando de humanizarlo un poco, pero la verdad es que ese aspecto no fue bien resuelto por los escritores de la cinta.

De todas formas y si el público va dispuesto a aceptar las obviedades del guión, encontrará al menos una película entretenida, con buenas secuencias de peleas y bastante humor. Una cinta para pasar el rato, pero no mucho más.

Por Juan Carlos Berner

En Twitter: @jcbernerl

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