Crítica de cine: “Hijo de Dios”

 Crítica de cine: “Hijo de Dios”

Para miles de millones de personas en el mundo, ahora y a lo largo del tiempo, la historia de Jesucristo es la más importante jamás contada. Y el cine por supuesto no ha estado ajeno a esto. Desde la excelente “El evangelio según San Mateo” de Pasolini (1964) a “La pasión de Cristo” de Mel Gibson (2004), pasando por la clásica “Jesús de Nazareth” de Zeffirelli (1977), la historia de Jesús ha sido mostrada desde muchas perspectivas y ahora, “Hijo de Dios” (2014), llega para actualizar un relato que es inagotable como fuente de inspiración, debido a la trascendencia sin igual de su protagonista.

La película representa de forma literal el evangelio de San Juan, lo cual puede ser visto desde (al menos) dos perspectivas. Si se observa como una película cuyo fin es acercarse a la historia de Jesucristo, cumple absolutamente con su cometido, lo que la pondría incluso como una buen filme para quienes quieren iniciarse en el cristianismo. Por ejemplo, puede ser una buena opción para una familia cristiana que quiere que sus hijos conozcan a Jesús. En esta línea, no es menor que de los cuatro evangelios se haya tomado el de San Juan, el más místico de los que tiene el Nuevo testamento, aquel que hace más hincapié en el aspecto divino de Cristo por sobre su naturaleza humana. Todo esto se refleja en cada escena de la película, que muestra muy poco al Jesús en su faceta como hombre.

Esto ha hecho que la cinta sea muy bien recibida por grupos católicos alrededor del mundo.

Por otra parte, sin embargo, al analizarla netamente desde una óptica cinematográfica, se echa de menos una apuesta más arriesgada en el guión, tal vez con algún grado de interpretación de los autores sobre la compleja personalidad de Jesús. Aquí la opción es no salirse un ápice del texto bíblico, lo cual, dejando de lado el aspecto religioso, la convierte en una obra sin sorpresas y bastante plana.

“Hijo de Dios” está basada en la serie de TV “La Biblia”, una de las de mayor éxito en Estados Unidos, y ese génesis televisivo se traspasa a la pantalla grande en algunos problemas de producción, especialmente en lo referido a los efectos digitales que son bastante precarios, como por ejemplo un plano general de Jerusalén que más parece una maqueta de arquitectura y que se repite como transición entre escenas en más de una ocasión.

También la calidad de los actores es bastante desigual. Es válido que la cinta no cuente con ninguna estrella del firmamento hollywoodense, donde por cierto abundan los malos actores, pero en esta cinta hay varios que no están al nivel necesario para una película de estas características. María por ejemplo, la madre de Jesús (representada por Roma Downey, productora de la cinta), es un personaje que no genera ninguna compasión, a pesar de que interpreta a una mujer que tuvo que presenciar la muerte de su hijo clavado injustamente en una cruz. Otros actores, sin embargo, están bastante bien. Curiosamente los roles más creíbles y desarrollados son Pilatos y Caifás, los antagonistas de la película.

El papel de Jesús, a cargo de Diogo Morgado, es otro factor interesante de analizar, especialmente cuando es un protagonista que participa en casi todas las escenas. Morgado es un Jesús empático y carismático, lo cual es congruente con la visión que tienen muchos cristianos (me incluyo) del Mesías. El problema es que esta versión de Cristo tiene demasiado estilo (y buena pinta), es decir, es más cercano a un rockstar estilo Bono (U2) que a un hombre que probablemente fue moreno, curtido por el sol y con las manos toscas de un carpintero. Una opción que sí está en la versión de Pasolini y en menor medida en la de Gibson. Esto produce, a la larga, una inevitable distancia con el personaje, al menos para un público más exigente.

Raya para la suma, se trata de una película correcta, pero poco arriesgada y muy convencional, que posiblemente emocionará en alguna medida a los creyentes en Cristo, pero debido únicamente a la historia que la inspira y no por la propuesta que la película presenta.

© Juan Carlos Berner

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