Crítica de cine: “La ley del silencio”. El idealismo inmortal.

 Crítica de cine: “La ley del silencio”. El idealismo inmortal.

“La ley del silencio” (“The company you keep”) es una película que a primera vista puede tratar sobre la vejez. La mayoría de los personajes son gente de edad, viejas glorias como Nick Nolte, Robert Redford o Julie Christie. Sin embargo, es una de las películas de espíritu juvenil más vivo que he tenido la oportunidad de ver, pues la historia desarrolla varios temas en profundidad.

Jim Grant (Robert Redford) y un grupo de amigos durante su juventud, estuvieron involucrados en un grupo de activistas de izquierda que protestaba por la Guerra de Vietnam. Resulta adecuado que en  esta fecha haya sido estrenada la película, pues recordemos que dicha guerra fue la primera ocasión en la que EE.UU. fue cuestionado por sus políticas imperialistas no solo desde afuera, sino que también por sus mismos ciudadanos. Es decir, ya no se trataba a los soldados como héroes o salvadores, como en la Primera y Segunda Guerra Mundial, lo cual constituye un precedente a los sucesos que hemos presenciado desde el 2011, durante el bombardeo a Irak, hasta lo que está pasando actualmente en Siria.

Quizá eso es lo que hace a una película joven, y no el ser protagonizada por One Direction o Robert Pattinson. Son los temas que pueden abstraerse y encajar a la perfección en cualquier generación que tenga ideales. El grupo subversivo de RR comienza a tener una faceta ultrona, y de la misma manera que en nuestro país, la izquierda se divide entre amarilla y extrema. Ante la frustración porque el Gobierno sigue enviando niños a la Guerra de Vietnam, la faceta ultra opta por caminos más violentos, lo que plantea el siguiente debate: ¿Qué es violencia realmente? ¿Dónde termina el activismo y comienza el terrorismo? Como dice una de las protagonistas: “Violencia habría sido haberse quedado indiferente ante lo que estaba pasando.” En respuesta a esa idea, uno de los policías asevera: “Los terroristas siempre buscarán una manera de justificarse”. No es necesario que hayan visto la película para darse cuenta de que son temas que siguen siendo controversiales, en cualquier época e incluso a partir de lo que estamos viviendo en Chile.

Buscado por un asesinato de un policía hace treinta años, Jim Grant deberá volver a contactarse con varios de sus amigos envejecidos y retirados para limpiar su nombre y volver a su vida familiar con su hija. El otro tema de la película, que quizá representa la columna vertebral  de la misma, es la dicotomía presente en una persona que debe escoger entre seguir con sus ideales o renunciar a ellos para llevar una vida familiar, burguesa y, en cierto sentido, cómoda y poco comprometida. De la mayoría de los viejitos que pueblan el film, muchos hicieron la elección entre uno u otro de los dos lados, y actualmente, en su vejez, están viviendo las consecuencias de su elección.  Por este motivo, algunos ven a RR como un desertor de las filas, y otros como un insensato que cruzó una línea prohibida e inmoral.

Durante su travesía huyendo de la ley por un crimen del pasado que nunca cometió, Grant encontrará un extraño aliado en el periodista Ben Shepard (Shia LaBeouf), quien simboliza la juventud indolente y objetiva hasta la inconciencia, el “No estar ni Ahí”, como decimos, pero que irá sufriendo, como es de esperarse, una transformación para irse contagiando del hambre de verdad y justicia que poseían las generaciones anteriores. Este personaje resulta ser interesante porque representa el periodismo como una forma de llegar a la verdad, sin dejarse contaminar por líneas editoriales mañosas o sin escrúpulos. Para ser consecuente con la premisa, el personaje se aleja bastante de la figura del ciberperdiodista, en una era en la que las películas, en su manía por parecer actualizadas, abusan de este recurso, y reducen la búsqueda e investigación a los aparatos electrónicos.  En lugar de ello, este personaje se comporta como un detective que consulta múltiples fuentes, viaja a lugares, y conversa con personas, a diferencia de los investigadores ñoños del cine moderno que parecen mostrar que todas las respuestas se hallan en Internet. No, Shepard pasará muy poco tiempo frente a la pantalla, y descubrirá asombrosas verdades y secretos de la única fuente de las que habría podido sacarlas: Las personas. Y al conocer a las personas como seres integrales, que se equivocan, sueñan y aman, Shepard entenderá que pocas veces algo es blanco y negro.

Como pueden ver, son varias las temáticas que la película desarrolla en profundidad y sin que esto resulte un estorbo o sobrecarga para la narrativa de la historia. Los múltiples temas, en vez de estorbarse, se articulan y enriquecen, y la historia definitivamente termina por devolverme la esperanza juvenil, ya que de verdad estaba comenzando a creer que, por mis críticas anteriores en esta página, me estaba volviendo viejo y por eso nada me gustaba y tiraba tanta mierda. Pero no, puedo respirar aliviado, ya que La Ley del Silencio es una buena película que vale la pena ir a ver, las películas anteriormente criticadas por mí son en verdad malas, y yo sigo siendo un joven encantador que no ha renunciado aún a sus ideales y espíritu indomable.

© Por Felipe Tapia, el crítico en el que piensas cuando te despierta a las tres de la mañana.

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