Crítica de cine: “Nadie sabe que estoy aquí”

 Crítica de cine: “Nadie sabe que estoy aquí”

En una hermosa isla al sur de Chile, vive Memo (Jorge García), un joven tímido y retraído que carga con una gran desilusión que vivió durante su infancia. Solo vive con su tío Braulio (Luis Gnecco). Se ganan la vida recibiendo lana de ovejas desde el continente para lavarlas y entregarlas listas para su uso. Memo vivía en el más completo hermetismo, hasta que un día una joven que llegó a la isla a dejar lana lo logra divisar y entablar una pequeña conversación con él. Memo, día a día comienza a salir de su burbuja, hasta que se atreve a cantarle a ella la canción que fue famosa en todo Chile y Sudamérica, la que sonaba con su propia voz, pero que otro chico la hizo famosa.

Para los que recuerdan uno de los recientes fraudes musicales de los años 90, la del dúo Milli Vanilli, podrán comprender la sensación de Memo de la que nunca se pudo recuperar. Porque cuando era niño cantaba su canción con el alma, pero como en la industria se debían regir por el arquetipo musical, la casa que produjo su disco propuso que no podía ser él quien la cantara ya que estaba un “tanto sobre de peso”. Y fue otro niño, esbelto y bonito, que se llevó todos los créditos. Y la fama y el dinero, por cierto.

Mucho ruido y la misma cantidad de expectación ha causado “Nadie sabe que estoy aquí” ya que es la primera película chilena hecha por Netflix. Tras ella está Fábula Producciones y el dúo Larraín, Juan de Dios y Pablo (ganador del Oscar por “Una mujer fantástica”). Su director es Gaspar Antillo, debutante en estas lides, y que sale bien parado en su opera prima. Aprovechando el paisaje sureño, que vale decir es uno de los parajes más bellos del planeta, se toma su tiempo, más del necesario en mi apreciación, para hacer tomas aéreas y terrestres de los paisajes. Supo poner la cámara en escenas en que la tensión de la toma estaba en los personajes y no dudó en usar un plano secuencia en la parte más emotiva del filme. Luis Gnecco, impecable como siempre.

Uno de los puntos altos es la música, que estuvo a cargo de Carlos Cabezas, compositor y cantautor chileno que lideró la banda Electrodomésticos desde los años 80 y que hoy es un consagrado solista, quien ha participado, además, de las bandas sonoras de las películas nacionales “La fiebre del loco” (2001), “Aurora” (2014) y “El club” (2015), entre muchas otras. Acá nos presenta melodías acordes a la historia y con una canción central llamada “Nobody Knows I’m Here” que, a mi parecer, es un excelente tema.

“Nadie sabe que estoy aquí” es un drama, es una película “hecha para festivales” dado su ritmo pausado que no apura, y que logra mantener el interés del espectador. Quizás se cae en el desenlace, se vio muy plano y merecía más énfasis, por lo menos. También el uso de la fotografía fue un recurso sobre utilizado, pero se explica para mostrar el entorno natural en donde vivía Memo junto a su tío. Buena música, y una historia que los va a entretener y enternecer. Pasamos la prueba para ser la primera película chilena realizada por Netflix, con director debutante inclusive. Recuerde que la puede ver en la comodidad de su casa.

Por Daniel Bernal

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