“Death note”: Máteme, pero con letra bonita y legible

 “Death note”: Máteme, pero con letra bonita y legible

Una vez escuché a alguien decir que en una buena historia, uno debe sentir simpatía -o empatía- por el protagonista. Una suerte de cariño paternalista que lo acompañe, que suframos si el héroe está en peligro, que queramos que se salve, que nos alegremos cuando ella acepte salir con él, o que nos asustemos si el machete es blandido muy cerca suyo. Y suena bastante lógico. Si te da lo mismo lo que pueda pasarle al protagonista, si muere o vive, o si su enamorada va al baile con él o con el otro, es porque estamos ante una historia muy, muy mala. Pero ¿Qué pasa si queremos con la mayor de las vehemencias, que el protagonista pierda? Tal es el caso de Death Note, una serie que comencé a ver para alejar mis prejuicios y complejos, y que me enganchó fácil y rápido.

Como aficionado a las viejas series de animé, y descontento porque hace tiempo que ninguna de las actuales me sorprende, llegué a la conclusión de que había llegado a la etapa de mi vida en que “todo tiempo pasado fue mejor”. Ello implica la música, el cine, el animé, y todo lo que ahora no logra sorprenderme y cautivarme como hace tantos, tantos años. Obsesionado con demostrarme a mí mismo que no soy uno de esos viejos amargados que viven anclados en sus viejas glorias, decidí, como una obligación autoimpuesta, darle una oportunidad a lo que ven los “jóvenes actualmente”, y me encontré con una sorpresa.

La serie que ven algunas de mis alumnas, de la que pegan parches en sus mochilas, con ilustraciones de personajes seudo góticos, demonios y cruces que despertaban mis más decimonónicos prejuicios, se llama Death Note. Cuenta la historia de Yagami Raito (Light, pronunciado como los japoneses), que por casualidades de la vida encuentra una Death Note, un cuaderno de la muerte, que pertenece a un Shinigami, o Demonio de la Muerte (los equivalentes orientales de la huesuda con hoz de nuestra tradición occidental, más o menos). El cuaderno tiene la gracia de que si escribes el nombre de alguien, éste muere dentro de unos segundos, a menos que especifiques el momento exacto de su deceso. Si tampoco especificas la causa, la víctima muere de un ataque al corazón. Además, solo puedes matar a alguien cuyo rostro y nombre conoces. Y debes estar pensando en él al matarlo, de otro modo, podrías asesinar a alguien llamado igual, su tocayo. El cuaderno cuenta con un montón de reglas más, que se van especificando a lo largo de la serie.

Raito, ni corto ni perezoso, decide utilizar este poder para hacer de éste un mundo mejor, libre de pecadores, y manos a la obra, a ajusticiar criminales se ha dicho. Cada día mata varios criminales que según él, son personas sin derecho a la existencia. De esta forma, Yagami Raito se transforma en juez, jurado y verdugo, y todos sabemos que el poder absoluto corrompe… (adivinen cuánto).  Sus ideas de justicia chocan, evidentemente, con las de muchas personas, quienes arguyen que la disminución de crímenes a lo largo del mundo, se debe a que todos tienen miedo a ser asesinados, no porque se hayan vuelto mejores personas (Una premisa que recuerda vagamente a La Naranja Mecánica). La policía designa a los pocos valientes que se atreven a enfrentarse al misterioso Kira (Killer en inglés), como lo han bautizado Internet y los otros medios.

Son pocas las historias donde el protagonista es el malo de la historia. Macbeth, El Señor de la Querencia, por mencionar algunas. Pero en Death Note, los niveles de maldad son tales, que uno desea con todo el fervor posible que Kira, o Raito, sea atrapado, que muera. Si estás de acuerdo con su idea de justicia, por favor, anda al psiquiatra, no vaya a ser cosa que encuentres un cuaderno como el de la serie. Lo divertido es que muchos niños a lo largo del mundo han tenido esta idea. La serie ha sido víctima de la censura en algunos países, porque se han registrado varios casos en colegios en Asia, Europa y Estados Unidos, de niños taciturnos y problemáticos a los que se les ha encontrado una Death Note con nombres de sus compañeros y profesores en él. La polémica desatada no se detiene ahí, ya que se han encontrado asesinatos con la leyenda “yo soy Kira” junto al cadáver de la víctima. El peligro de la serie, que la ha transformado en objeto de prohibición y ataque por parte de colegios, psicólogos, padres y personas con antorchas y azadones (imagino), no es el hecho de que algunos niños crean que pueden tener una Death Note, sino que realmente existen personas que empatizan con esta retorcida idea de justicia por la propia mano. Y en el mundo real, no existe un detective altamente calificado como L para perseguir al asesino.

En la serie, el rival de Kira (Raito) es un detective cuyo rostro y nombre nadie conoce, por lo tanto, no puede ser asesinado con la Death Note. Su seudónimo es L, y su idea de justicia choca directamente con la de Raito, a lo largo de toda la serie, que se lleva a cabo como una constante pugna de inteligencias y juegos de lógica en sus 37 episodios. La serie está adornada con consistentes reflexiones acerca del derecho que tiene una persona de mejorar al mundo por su cuenta, o si la muerte de una mala persona podría ser considerada un beneficio para el resto (Idea ya desarrollada en Crimen y Castigo). Raito y L están convencidos cada uno de su propia noción de moral, y se aferran plenamente a ella. Pero Raito es solo un estudiante brillante, pero muy inmaduro, que cree que le corresponde la tarea de juzgar quiénes merecen vivir en este mundo, y quiénes no. El problema es cuando no solo asesina a criminales, sino a quienes interfieren con su divina -o demoníaca- labor.

Como dije antes, la serie atrapa desde un principio, y mantiene un nivel de calidad más que aceptable, aún en sus momentos más bajos (que en otras series serían altos). Una joya para los que gustan de las historias policiales, de relatos con seres sobrenaturales, o para cualquiera de aquellos románticos locos amantes del animé, cansados de los mismos combos, patadas y clichés manoseados. No sea como yo, no sea prejuicioso, y déle una oportunidad. O escribiré tu nombre, y el de todos los intelectualoides que no ven dibujos animados japoneses.

Por Felipe Tapia.

Cine

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2 Comments

  • Pertubador es meterse a foros de internet para constatar que las ideas representadas por Kira son admiradas por muchísimas más personas de las que uno podría llegar a pensar. E incluso que hay quienes apoyan a L, que al ser una rara mezcla entre Batman y Sherlock Homes (mientras que Kira es Superman y Rodion Raskolnikov) posee una visipon bastante deformada de lo que es la justicia. Yo apoyo a Near.

  • bueno hola a todos

    les recuerdo a todos los que opinan
    sobre la serie de kira es solo para gente
    adulta que tenga la capacidad de entender a
    la serie.
    y la serie no es para la gente que lo lleva para su vida real
    ademas encuentro genial la serie de a kira
    esta super bien echa.
    y sobre los chicos de hoy en dia les recuerdo que son responsabilidades de los padres que los educan recuerden que la educacion parte por casa y no por gente loca
    que no son capaces de entrar en razon.

    y la serie esta echa para gente que lesgusta
    las historietas japonesas
    ademas los jovenes hoy se hacen los que no entienden pero creanme entienden perfectamente lo que es bueno y malo.

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