“Handmaid´s Tale”: Feminismo y Ciencia Ficción

 “Handmaid´s Tale”: Feminismo y Ciencia Ficción

La industria de la televisión se ha convertido en un rival imponente para el cine, y si antes las obras literarias más famosas se adaptaban a la pantalla grande, ahora es la pantalla chica la que se está adjudicando las franquicias más importantes de la ciencia ficción y fantasía. Atrás quedaron los años de “Blade Runner”, “Total Recall”, “El Hombre Bicentenario” o  “Starship Troopers”. “Game of Thrones”, “Flashforward”, “The Man in The Highcastle”, “American Gods” o “Childhood´s End” son ejemplos de que el futuro de la Ciencia Ficción y Fantasía está en la tele. Ya hay proyectos confirmados de “La mano izquierda en la Oscuridad” de Ursula K. Le Guin, “Fundación” de Isaac Asimov, “Los cantos de Hyperion” de Dan Simmons y “Phillip K. Dick’s Electric Dreams” de… bueno, es obvio. Pero sin embargo, el proyecto que más encaja con la contingencia actual es la adaptación de la novela de Margaret Atwood: “Handmaid´s Tale” o “El cuento de la Criada”. (Como curiosidad, esta historia tiene también una adaptación al cine).

La historia está ambientada en un futuro cercano pero distópico, en el que la baja tasa de natalidad permitió que la extrema derecha pudiera concretar su agenda antiaborto y pronunciar el rol de la mujer como sumisa, servicial y limitar sus funciones para la procreación. En esta realidad, la mujer es un sujeto sin derechos, sometida a un aparato estatal teocrático y autoritario, en el que ni siquiera son ciudadanos ni tienen una cuenta bancaria, ya que el dinero lo administra el hombre. Las mujeres incluso fueron privadas de sus nombres y son llamadas por el hombre al que pertenecen: Defred, Deglen, etc.

La protagonista es Defred, una criada que aún recuerda la vida cuando las mujeres eran ciudadanos libres y con derechos, cuando podían estudiar y trabajar. Por eso la historia está repleta de flashbacks que contrastan el estilo de vida antiguo con el actual. La narración, al igual que la novela, es en primera persona y retrata muy bien la sensación de angustia e indefensión de la protagonista. Pero sabemos que no solo con copiar exactamente la novela se consigue una buena adaptación. La dirección está muy bien lograda, y uno verdaderamente puede meterse en los zapatos de la protagonista, empatizando con su sufrimiento.

Muchos de los tópicos actuales de los roles de género son tratados aquí: el derecho a gozar de la sexualidad sin remordimiento, la obsoleta idea de que la culpable de una violación es la mujer, el derecho a vivir una vida sin la obligación de tener hijos, el lesbianismo, son cuestionamientos que se hizo hace décadas Margaret Atwood (Una de las autoras emblemáticas de la ciencia ficción feminista junto con Ursula K. Le Guin y nuestra compatriota María Elena Aldunate), y que se siguen haciendo hoy en día. La historia también muestra que la sociedad autoritaria y falocéntrica también afecta a los varones, quienes no pueden ser abiertamente gays o gozar del acto sexual. Incluso los médicos que practican abortos son ejecutados.

La primera temporada ofrece una excelente narrativa, pausada, lenta pero envolvente, lo que demuestra que la ciencia ficción o ficción especulativa, para ser más precisos en este caso, no necesariamente debe componerse de robots y naves. La historia es del todo disfrutable y el conflicto de género es contado inteligentemente, sin caer en lugares comunes o recursos baratos, a veces muy presentes en historias con un subtexto izquierdista.

Es sin duda una serie que vale la pena ver, aunque mi único temor es que la historia se desinfle con el transcurrir de las temporadas. Esta es una de las ventajas y desventajas de adaptar un libro a serie de televisión: Por una parte cuentas con más tiempo para contar la historia sin reducirla, como a menudo pasa en el cine, pero por otra el relleno innecesario, las historias paralelas y el alargue solo para estirar la rentable franquicia, pueden acabar volviendo el producto soso y cansador, como ocurrió con la adaptación de Amazon: “The Man in the Highcastle”, de K. Dick. Sin embargo esta es solo una especulación malintencionada de un tipejo cuyo único aporte a la industria del entretenimiento ha sido sentarse frente a un computador a alegar por Internet. Así que no me tomen muy en serio. Salvo por la parte en que les digo que vean esta serie. Ahí sí tómenme en serio. Sé lo que es mejor para todos, porque soy hombre. No, eso tampoco lo tomen en serio.

Por Felipe Tapia,  un crítico que dejó de creer en ídolos de barro.

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