Homenaje a Themo Lobos, dibujante chileno

 Homenaje a Themo Lobos, dibujante chileno

Al hacer este homenaje, me cuesta iniciar la plañidera, porque el lamentar la muerte de un grande me da la impresión de que su muerte es una tragedia debido a su talento, lo que opacaría a la muerte de alguien menos importante, como usted o yo. Y uno al final no sabe si está lamentando a Themo el dibujante, o Themo la persona. Y me doy cuenta de que ambas son lo mismo. Porque yo solo conocí a la persona unas escasas horas, pero creo que lo que hizo grande a Themo como artista, fue más su tipo de persona que de dibujante, aunque su estilo era indiscutiblemente bueno.

Capaz de crear algo educativo y entretenido a la vez, siempre metiendo monos graciosos y tallas simpáticas sin ser mamonas, irreverente, chacotero, con la habilidad de reírse de sí mismo, con sus monos de narices rojas, sus niños metiéndose el dedo a la nariz, Themo alcanzó grandes logros porque hizo cosas distintas a sus colegas y contemporáneos. Sí, hizo humor político, como todos, pero no fue lo único. Y de los cuatro personajes que hay inmortalizados en estatuas en San Miguel, dos son suyos, o uno y medio, al menos. Porque sí, todos sabemos que Mampato fue creado por Eduardo Armstrong, pero fue Themo quien le dio vida, lo hizo único y lo salvó del olvido. ¿Han escuchado o leído ese verso que dice “No cantéis a la rosa, hacedla florecer en el poema”? Bueno, Themo hizo florecer a Mampato, le sacó un partido que nadie más habría podido, lo insertó en un mundo fantástico, cuya calidad, debo decir, opacaba a la de otros artistas chilenos. Oscar Vega intentó darle un nuevo ángulo al personaje, pero el listón estaba muy alto. Porque Themo era más que chileno, trascendía las fronteras.

Mampato y los demás personajes tenían una indiscutible identidad chilena, pero no necesitaban de lo autóctono para que uno lo reconociese. No, ellos no bebían del fanatismo chileno por el fútbol como “Barrabases”. Tampoco hacían gala de la “picardía” del chileno, como Pepe Antártico, Palomita o Condorito. Tampoco necesitaba comer sánguches o un apellido corriente como Super Cifuentes. No. Mampato podía viajar al espacio, viajar en el tiempo, a la antigua Grecia, a la Primera Guerra Mundial, a la época de los vikingos, a una distopía del siglo 40 y la impronta chilena seguía ahí presente, sin necesidad de elementos obvios que dieran cuenta de la nacionalidad del personaje. Y es que a Themo este país le quedaba chico. Se le notaba la influencia foránea. Elementos de “Asterix”, “Flash Gordon” y “El Príncipe Valiente” eran notorios en sus trabajos.

Y qué manera de aprender con sus historias. Se notaba que era un tipo que se documentaba para sus comics. Y era capaz de dar lecciones sobre amistad y enseñar sobre la edad media sin ser ñoño por eso. La inquebrantable amistad entre Ogú y Mampato, un cavernícola adulto y un niño de 10 años (Algo que, visto con el cristal de la actualidad, sería pasto de los moralistas y mentes de alcantarilla, pero no para el Themo, que era más bueno que el pan), se ganaron el aprecio de unos chilenos acostumbrados a una oferta historietística muy pobre, centrada casi en puros comics cortos de humor. Pero Themo Lobos valía más que eso. Y Ogú se robó la película, totalmente. Su forma de hablar, sus peleas, sus borracheras, sus tallas, lo hacían imposible de no querer. Muéstrame a alguien que no encuentre simpático a Ogú y yo te mostraré a un desalmado. Cada vez que leía una aventura de este simpático par, esperaba leer las graciosas frases del cavernícola: “Yiko Pelea”, “Mi tanto nojao”, “Te boya sakar la ñoña”, “Yika komía”, “Kabro chiko kabesón”, “Mi tien sé de agüita”, “Naka”, “Amiko mío de mí”, “Mi soi kapo”, “Ke mono má simpátiko”, “Ke kapos los dibujitos ¿Nosierto?”, etc. Mampato tenía que vérselas de cuadritos para no verse opacado por semejante repertorio.

Aaaaah, pero no todo fue Ogú y Mampato. Themo Lobos, a diferencia de los otros dibujantes chilenos, no se conformó con uno o dos personajes. Ni siquiera Pepo, con el magnífico mundo de Pelotillehue, pudo lograr semejante proeza: Porque todos sus personajes giraban en torno a Condorito, no existían por separado. Pero Themo creó a Máximo Chambónez, Cucufato, Homero, Ñeclito, Alaraco, Nick Obre, Ferrilo, Boinita, Cicleto, y muchos otros más. Y lo confieso: Cuando este año salieron las figuritas de Condorito, lo primero que pensé fue: “Qué ganas de que hiciesen lo mismo con los personajes de Themo Lobos.” Yo los compraría feliz.

Y bueno, la revista Mampato se convirtió en el símbolo de la entretención y educación durante mucho tiempo en Chile. Hasta que, por el golpe, las necesidades económicas de los chilenos no podían permitirse el lujo de una revista como aquella y debió ser cerrada. Pero ni Themo, ni Mampato, ni Ogú ni los demás eran de rendirse fácilmente. Mucho menos Ogú, si no me cree, véalo pelear. A principios de los noventa salió la revista Cucalón, con un formato más acorde a la época, que reeditaba las historietas otrora publicadas en Mampato, ahora en una compilación. Notables las secciones nuevas, como Artistas de la Nueva Generación, donde tuve el privilegio de ver uno de mis dibujos, o la del curso de comic. La magnífica revista fue la responsable de que conociera a estos personajes y de que me fascinara dibujar y crear personajes. Aguantó hasta los cuarenta y cinco números, más o menos. Entretanto, salió, paralelamente, la revista Ogú, que también reunía material reciclado de la desaparecida Mampato. Luego de una época más complicada, salió Pimpín, que incluía puro material nuevo, y la inconclusa historia de Ogú y Mampato en el Tíbet, que nunca pude ver terminada en cómic, y solo este año conocí el desenlace cuando sacaron el libro de cuentos ilustrado. Lamentablemente, Pimpín llegó hasta el cuarto número. Pero ese no era el fin. No señor.

Aprovechando el éxito de la película, Editoriales como Dolmen y Océano publicaron las aventuras de Ogú, Mampato y Rena, en un formato más lujoso, pintado bonito y retapado. Una joyita que recomiendo totalmente. Aún quedan algunas por salir. Así que la batalla sigue. Yiko pelea, Akarrú. Porque la única aventura de Ogú y Mampato que no alcanzó a ser reeditada, “Los Balleneros”, es una deuda que tienen con nosotros.

Puede que ustedes piensen que nada que ver este homenaje en una página de cine, tv y más. Bueno, aparte del más al final del nombre de esta página, hay dos grandes razones para incluir al gran Themo Lobos en el mundo del audiovisual: La primera, ya mencionada, es la película de Ogú y Mampato en Rapa Nui llevada al cine por Cineanimadores, en un despliegue de técnica magnífico para principios del siglo 21, cuando la animación chilena daba sus primeros pasos. No voy a profundizar con las libertades que se tomaron con respecto a la historia original y las desavenencias con Themo Lobos, ya que la iniciativa, dentro de todo, fue aplaudible, y añoro ver en el futuro más adaptaciones animadas.  La segunda razón es la adaptación del personaje Alaraco, cortesía de Fernando Alarcón y el Jappening con Ja. La enorme nariz, las ojeras y la actitud caótica y desesperante del personaje emulaban, parcialmente, al original, pero hay que decirlo, le hizo un favor a la popularización del personaje, que se quedó incrustada en la conciencia colectiva de incluso los que no leen comics.

Así es de potente el legado de Themo. Él Nunca se creyó estrellita, él impulsaba y fomentaba a los nuevos artistas en sus revistas, siempre tuvo esperanzas en nuevas camadas de dibujantes, a los que empujó a dedicarse al comic. Y ese será su principal legado.  Y por eso, será recordado. Descansa en paz, Themistocles.

 

©Por Felipe Tapia.

En Twitter: @janquing

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3 Comments

  • Leí por ahí que Themo Lobos debería haber ganado el premio nacional de literatura. El problema es que en Chile se sigue mirando al Cómic como una entretención básica y para niños. Es como cuando a la Mistral le dieron el premio nacional después que el Nobel. Aquí en Chile nunca estamos al día con nuestros artistas

  • Estoy totalmente de acuerdo, el comic ha sido el blanco de los académicos e ignorantes que creen aún que hay una cultura correcta y una incorrecta. Lo mismo pasó cuando se crearon los famosos portafolios, en los que no se pudo incorporar comic porque no constituían ningún aporte a la cultura de la familia. Habría que regalarle un portafolio con todos los Ogú y Mampato a esos giles para que se culturicen mejor.

  • Aunque me cargan sus comentarios y habiéndolo amenazado de muerte (en broma, no se lo tomen en serio por favor), esta vez le achuntó medio a medio el “”genial”” Tapia…

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