Jack Bauer: el último gran antihéroe americano

Día 9.

Un hombre vestido de blanco se acerca sospechosamente a la puerta de una casa, porta un envase que al parecer podría contener algún tipo de arma biológica, lo deja junto a la puerta de la casa y se retira. De pronto la puerta de la casa se abre, Jack Bauer con su 9 mm adquiere posición de combate y grita.

 –¡No te muevas!,  Al suelo-

El hombre petrificado levanta las manos, se arrodilla y entre lágrimas balbucea – Señor Bauer, soy el lechero, sólo pasé a dejarle su pedido-

Para quienes siguieron 24 hasta su octava temporada se hace muy difícil imaginar a Jack Bauer llevando una vida común y silvestre, con preocupaciones paganas como el panorama del fin de semana y qué hacer de almuerzo, no obstante como buen fan de la serie me parece que es lo mínimo que se merece después de sacrificar su salud física, mental y espiritual.

Cada cierto tiempo, Jack tenía un día de esos en que todo lo posible y también lo imposible sale mal, y cada luz de esperanza se eclipsa ante una nueva amenaza, sin embargo de alguna manera Bauer  se las arreglaba para llegar a la hora 24 y salvar el día, con un montón de bajas en las horas previas, pero siempre fiel al servicio del presidente y su país, evitando que el mal superlativo de turno se saliera con la suya. Pandemias virales, golpes de estado, milicias privadas y bombas nucleares, escenarios adversos cada vez más elaborados con una tendencia creciente en torno a la debacle, que inevitablemente comenzó a circular por el camino de la predictibilidad.

No imagino a alguien que pueda soportar la carga emocional que atravesó Jack, ha debido sacrificar amistades, ejecutar a los que fueron sus compañeros y le cubrieron la espalda, soportar torturas, virus letales, bombas atómicas, puñaladas, balazos, incluso ha superado la mismísima muerte. Lo de Bauer es sencillamente notable, además, su desempeño como agente es más que sobresaliente, dueño de características detectivescas que Batman envidiaría, domina tácticas de combate letales o bien somníferas, porque es especialista en dejar inconsciente a quienes por alguna razón les perdona la vida. Inolvidable es la llave en que aprieta el cuello de su víctima hasta que se desvanece, ni siquiera Chloe se salvó de recibirla.

Jack se arrodilla, toma la botella de sin dejar de apuntar al lechero, confirma que el contenido es lo que dice ser, baja el arma, toma la botella y entra a la casa, suena el teléfono. –Aló, papá, soy Kim, necesito ayuda, alguien está…- se corta la comunicación, Jack enfunda su arma y sale corriendo de la casa rumbo a la de su hija, afortunadamente vive a pocas casas y logra después de unas cuantas zancadas llegar al pórtico, derriba la puerta y ahí esta su nieta y Kim

-Papá, otra vez voy a tener que llamar al cerrajero, tu nieta me cortó el teléfono, sólo necesitaba que la cuidaras mientras voy al banco, Jack nuevamente enfunda su pistola y toma en brazos a Tery mientras Kim se retira.

Para el día 6 ya asomaban las voces críticas de la falta de originalidad, que cuanto tiempo podría aguantar la fórmula, que era poco creíble, que Jack Bauer tenía más plomo que sangre en su cuerpo, etc. Todo llegó a un punto de inflexión, sin embargo la serie siempre supo como salir adelante, acorralaba a sus personajes y luego abría una salida sorprendente, pero plausible y coherente. 24 siempre logró su cometido valiéndose de traidores que finalmente no eran traidores, héroes a la fuerza, personajes al parecer intrascendentes que se vuelven pilares de la trama y otros detalles que lograban aumentar nuestro interés semana a semana sin importar si la empezabas a ver en la hora 5 o 23, simplemente el torbellino te atrapa y no te suelta.

De repente Jack se quedó sin amigos y el séptimo día se vino encima. Frente a este escenario no quedó otra que traer de regreso a un mártir. Tony Almeyda apareció y descolocó a muchos que como yo dijimos a la argentina “Andá!!!”, simular una muerte es una cosa, pero regresarlo de ella es otra muy distinta. Volviendo a la chilenidad, “Pasó la vieja”, Jack y Tony vuelven al ruedo y pasan de amigos a enemigos como tres veces durante la temporada. Se nos van más personajes y el octavo día se hace improbable, el olfato televisivo nos indica que sería el último.

Tery juega con un par de muñecas, mientras el abuelo chocho la observa y ve televisión de reojo, golpean a la puerta, menos paranoico Jack se levanta de su lugar y abre. Ahí está Tony Almeida de pie, de súbito mete la mano bajo su chaquetón de cuero como si buscara su arma, Jack está estupefacto y no reacciona. Cuando la mano vuelve a asomarse otra vez, carga un sixpack de cervezas.  –Hola Jack, se que te sorprende verme, conseguí un perdón presidencial a cambio de información, además he dejado atrás ciertos hábitos, xxx murió en prisión, sólo quiero rehacer mi vida y un amigo no estaría demás.

Con los años de experiencia Jack nota la honestidad en los ojos de Tony, ambos pasan, destapan una cerveza y se sientan a ver el jugo de la NFL.

Dicho y hecho llegó el último día, de alguna manera Jack siempre tenía una razón comprensible para encarar sus misiones, pues en el fondo sus motivos no dejaban de ser intrínsecamente buenos, pero algo cambió, nuestra moral se puso a prueba, no era matar para evitar un desastre global, si no que una mezcla de venganza y justicia para desenmascarar una paz mundial basada en crímenes y mentiras, pero paz al fin y al cabo, ironía que sólo 24 sería capaz de llevar con la coherencia necesaria. Los bandos y las líneas se desdibujaron, el bien y el mal nunca fueron más grises, en lo personal aun no he podido decidir por quien habría tomado parte.

Jack Bauer y Tony Almeida

Es digno de destacar también que Jack Bauer no sería el mismo sin sus más cercanos amigos, quienes sacrificaron su familia y su trabajo por ayudarlo  a cumplir cada misión, aguantándole cada una de sus mañas. Mención honrosa para los guardias de CTU, que no se salvaron nunca de recibir los puñetazos y patadas de Jack, todo porque el lindo tenía una misión de la que nadie podía enterarse. Justicia divina y carcajada seguida con una escena minúscula de la última temporada, Jack intenta sacar a Renee Walker de custodia y los guardias en lugar de resistirse como siempre, lo dejan pasar sólo para descargarle una taser gun por la espalda reivindicando así a todos los roles pequeños que por cumplir su trabajo terminaban muertos o con TEC.

El mito del sacrificio cristiano siempre presupone una recompensa, la salvación. En este paralelo debo hacer una salvedad, Jack no encarna al Cristo Jesús, milagroso, todo bondad y de palabra acogedora, si no que al Cristo Judas, que sacrifica su vida, su nombre y su alma por toda la eternidad para que Jesús pueda sentarse a la diestra de Dios o en este caso, para que el presidente pueda sentarse en la oficina oval y el discurso de la libertad siga en lo alto. Jack paga el precio de ser llamado traidor por ser el único que se atreve, no a hacer lo correcto, si no que lo necesario.

(Spoiler del final de 24. Si no lo has visto, te recomendamos no seguir leyendo).

Para el último día esperaba un final feliz, paz, tranquilidad, la certeza de que ya nada más ocurriría, que Jack por fin podría sentarse a comer tranquilo. Pero nada de eso sucedió, fiel al estilo, Bauer fue sometido a su última prueba, luego de haber asesinado un montón de rusos se ordena su ejecución, Jack pelea con lo último de su fuerza y esta vez pierde, el tiro en su cabeza es inevitable, pero suena el teléfono y la presidenta ordena su liberación y en última instancia Jack logra salvarse, sólo para volver a ser amenazado y perseguido en una temporada que no existirá, pero que tal vez un película en tiempo real logre revelar para poder dejar al fin a Jack Bauer en paz.

Jack y Tony se levantan de súbito de sus puestos, el aire se vuelve denso y un aroma tóxico nubla la habitación, es probable que sea gas nervioso, ambos se cubren la nariz, Bauer desenfunda su 9 mm y le entrega su arma de repuesto a Almeyda para que le cubra la espalda, buscan a Tery y saltan atravesando el ventanal que estalla en mil pedazos. Jack revisa a Tery para asegurarse de que está bien, en el acto se da cuenta de que el supuesto gas nervioso requería un cambio de pañal.

Tony lo mira con una sonrisa y dice:

 –No cuentes conmigo para eso, ni para reparar la ventana-

Jack frunce el ceño.

Tony insiste -Vamos no te lo tomes a mal. De todas maneras ya debo irme, quizás mañana podamos ponernos al día ¿Qué harás?

Jack lanza un largo suspiro y mientras observa el pañal de su nieta dice lamentándose:

-Nada-

 

 Por Raúl Ortega

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