Películas, trilogías y series: ganar por puntos o knockouts

 Películas, trilogías y series: ganar por puntos o knockouts

Si echamos un vistazo a cómo eran concebidas las películas hace veinte años, nos encontraríamos con que el panorama actual está mucho más abierto a las trilogías. La manera en que antes funcionaban las secuelas era muy distinta, cada película era una historia autoconclusiva, y si resultaba exitosa, se planteaba la posibilidad de una secuela, que era otra historia independiente de su antecesora, solo que con los mismos personajes y situada posteriormente en lo cronológico. No necesariamente conformaban una unidad entre sí. Sin embargo, en estos tiempos que corren las trilogías son mucho más comunes, las adaptaciones son de antemano pensadas para tres películas, lo que obedece a propósitos comerciales y generan expectativas, como en el caso de “Batman” o “Spiderman”, en las que se busca plantar la semilla de la intriga a la hora de decidir cuál será el villano de cada entrega. Algunos ejemplos llevan este concepto a la hipérbole, como el caso de “El Hobbit”, cuestionando la necesidad de tres películas. Pero quizá haya otro motivo más allá del solamente comercial. De ser así, simplemente podrían hacer más películas que no estén necesariamente ligadas, y ganarían dinero de igual forma.

ovejas

Algo similar pasa con las series. Se ha hablado mucho de que Hollywood está en decadencia y que las películas actuales son siempre revivals, adaptaciones o refritos. Sin embargo, en las series de TV es mucha más la variedad e inclusive la calidad, tanto de las historias como de los personajes ¿A qué se podrá deber esto? ¿Guionistas mejor pagados?

Creo que tanto trilogía como serie gozan de un privilegio del que la película tradicional adolece: la duración no solo son minutos extra de video, también permiten desarrollar más ideas, tener más personajes, generar más intriga, profundizar en las tramas y los personajes son sometidos a una evolución más constante y continua. El formato de serie es distinto al de la película, estamos claros con eso, pero creo que esto va más allá de una mera cantidad de tiempo. La película está hecha para durar poco, aprovechando los recursos de los que dispone para contar una historia. De esta misma manera, la serie puede generar más expectativa en los primeros capítulos, desinflarse a la mitad, ponerse entretenida más adelante, tener capítulos de relleno, cosa que en la película suele ocurrir de manera mucho más condensada.

Si una película no agarra al principio es difícil reenchufarse, pero en la serie es posible engancharse a la mitad, o incluso en la segunda temporada. La trilogía, formato que a mi juicio se halla a medio camino entre película y serie, incorpora elementos de ambos géneros. Por ejemplo, muchos consideran que la primera Batman de Nolan es básicamente un precuela a la segunda película, la que tiene el Joker como villano.

Todo esto guarda mucha relación con la apreciación que tenía el escritor Julio Cortázar de los formatos de cuento y novela:

“Para entender el carácter peculiar del cuento se le suele comparar con la novela, género mucho más popular y sobre el cual abundan las preceptivas. Se señala, por ejemplo, que la novela se desarrolla en el papel, y por lo tanto en el tiempo de lectura, sin otros límites que el agotamiento de la materia novelada; por su parte, el cuento parte de la noción de límite, y en primer término de límite físico. (…) En ese sentido, la novela y el cuento se dejan comparar analógicamente con el cine y la fotografía, en la medida en que una película es en principio un “orden abierto”, novelesco, mientras que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, impuesta en parte por el reducido campo que abarca la cámara y por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticamente esa limitación… Mientras en el cine, como en la novela, la captación de esa realidad más amplia y multiforme se logra mediante el desarrollo de elementos parciales, acumulativos, que no excluyen, por supuesto, una síntesis que del “clímax” de la obra, en una fotografía o en un cuento de gran calidad se procede inversamente, es decir que el fotógrafo o el cuentista se ven precisados a escoger y limitar una imagen o un acaecimiento que sean significativos, que no solamente valgan por sí mismos, sino que sean capaces de actuar en el espectador o en el lector como una especie de apertura, de fermento que proyecta la inteligencia y la sensibilidad hacia algo que va mucho más allá de la anécdota visual o literaria contenidas en la foto o en el cuento.”

“Un escritor argentino, muy amigo del boxeo, me decía que en ese combate que se entable entre un texto apasionante y su lector, la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por knockout. Es cierto, en la medida en que la novela acumula progresivamente sus efectos en el lector, mientras que un buen cuento es incisivo, mordiente, sin cuartel desde las primeras frases. No se entienda esto demasiado literalmente, porque el buen cuentista es un boxeador muy astuto, y muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando a las resistencias más sólidas del adversario. Tomen ustedes cualquier gran cuento que prefieran, y analicen su primera página. Me sorprendería que encontraran elementos gratuitos, meramente decorativos. El cuentista sabe que no puede proceder acumulativamente, que no tiene por aliado al tiempo; su único recurso es trabajar en profundidad, verticalmente, sea hacia arriba o hacia abajo del espacio literario. Y esto, que así expresado parece una metáfora, expresa sin embargo lo esencial del método. El tiempo del cuento y el espacio del cuento tienen que estar como condenados, sometidos a una lata presión espiritual y formal para provocar esa “apertura” a que me refería antes.”

La reflexión de Cortázar me hace pensar mucho en que lo que él aplica al cuento, comparándolo con un nocaut o una fotografía, bien podría aplicarse en estos tiempos a la película. El impacto que esta debe producir es distinto al de la serie, que puede atraparnos a cuentagotas. La película no, cuenta con dos horas o un poco más para ello. De esta misma manera, la serie es equiparable al análisis que el escritor argentino hace de la novela al compararla con una victoria por puntos en el box, porque los datos de esta son entregados de manera mucho más progresiva y gradual.

Considero que la serie, por su extensión, es un formato mucho más acorde a las necesidades actuales del consumidor audiovisual, por feo que esto último suene. Creo que muchas buenas historias y guiones merecen un destino más amable que ser condensados en dos horas. Una prueba de esto es el creciente éxito comercial de las trilogías, formato ubicado entre la serie y película, que da cuenta de que el cine ha debido incorporar elementos de la serie para seguir prosperando frente a un público que demanda más desarrollo de personajes y más extensión en las historias. Sin embargo, esto no significa que el cine sea un formato moribundo. Solo que ahora debe coexistir con narraciones audiovisuales cuyo éxito se ha incrementado en la última década. El desafío es adaptarse o dejar paso al nuevo chico.

©Por Felipe Tapia, el crítico que acá no es crítico porque esta no es una crítica, así que acá debería poner un cargo distinto a crítica.

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